Por Ing. Feliciano García Sotelo
Consultor empresarial y Asesor Inmobiliario
El liderazgo es diferente en épocas de crisis. Tenemos que tomar decisiones fuertes y dolorosas. En lugar de preocuparnos debemos ocuparnos.
Jamás imaginamos que esta situación iba a pasar, parece una película de ciencia ficción y es indiscutible el sufrimiento de todas las personas, familias, negocios y empresas ante la amenaza de la pandemia. Sin lugar a dudas, estamos soportando mucha ansiedad, desesperación por tantos días de encierro, miedo a contagiarnos, depresión en muchos casos, pero también una gran incertidumbre porque no sabemos cuál es nuestro futuro económico.
En los últimos días, a pesar de que sigue aumentando la cantidad de enfermos, se está hablando de iniciar una apertura gradual de las empresas para inyectar dinamismo a la economía. Dependiendo del sector en que trabajes, en la mayoría de los casos los plazos para recuperar los niveles de operación de 2019 serán de 3 a 4 años, y desafortunadamente muchos otros van a quebrar y desaparecer.
Sin lugar a dudas el mundo cambió. Nuestros negocios y nuestros trabajos están seriamente amenazados y algunos francamente en llamas y con riesgo inmediato de cierre o quiebra. Lo peor de la situación es que estamos volando a ciegas y con mucha información confusa.
Si en nuestra empresa ahorita tenemos un incendio y muchos problemas, ¡hay que apagarlos ya!… y salvar todas las vidas y bienes que se pueda para poder seguir operando en un futuro incierto. Sin lugar a dudas, tenemos que quitarnos las ataduras del miedo y a los riesgos. Imaginen a un bombero apagafuegos entrando a un edificio en llamas y con peligro de colapsarse, tiene que actuar de inmediato con valentía, afrontar los peligros y salvar todo lo que se pueda.
Considero muy acertado lo que recomienda Carlos A. Dumois en su columna Dueñez Empresaria del día 9 de mayo: “Que mande el más capaz de enfrentar la tormenta, de conducir el viraje, de llevarnos a buen puerto. Que el líder más apto tome el timón y todos nos ponemos a sus órdenes. Reorganicémonos rápido, armemos el comando de crisis, diseñemos el plan de acción y a darle. Si está en juego la viabilidad de la empresa, no perdamos energía en discusiones inútiles. Manos a la obra, que el barco está haciendo agua”.
También me parece oportuno recordar lo que anecdóticamente me comentó un amigo chileno: “ante esta situación caótica sólo tenemos dos alternativas: “levantarnos en armas o levantarnos más temprano a trabajar”. Es fácil deducir que la segunda opción es la que está en nuestras manos, entonces busquemos alternativas prácticas y sin pérdida de tiempo pongámonos en acción para enfrentar los múltiples retos.
Es indudable que el liderazgo es diferente en épocas de crisis. Tenemos que tomar decisiones fuertes y dolorosas. En lugar de preocuparnos debemos ocuparnos. Hay muchas cosas que se tienen que hacer hoy, porque mañana sería demasiado tarde. No es tiempo de sólo pensar, es tiempo de actuar muy rápido.
De una cosa podemos estar seguros: con el tiempo esta situación va a pasar. Ya hemos luchado por muchas y aún seguimos de pie. La gran solución no está en nuestras manos, sabemos que vendrá de arriba. Sin embargo, hay muchas tareas que sí dependen de nuestras acciones, mediante las cuales debemos buscar con ahínco las mejores soluciones, accesibles en nuestro ámbito de influencia.
Por estas razones, hagamos el mejor esfuerzo para salir fortalecidos y con mucha esperanza en un futuro mejor. ¡Ánimo y mucha suerte!
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