
Por Xóchitl Rodríguez
La alimentación sana es de suma importancia para mantener un sistema inmunológico fuerte y por tanto menos riesgo de complicaciones si hubiera el contagio por Covid-19. Sin embargo, debido al estrés y al impacto económico, causados por el confinamiento, las familias han alterado sus hábitos alimenticios, afirmó la Licenciada en Ciencias Nutricionales Jhoana Huitrón Chávez, Nutrióloga de la Clínica Victoria.
El encierro fue crítico en cuanto al estrés particularmente en las primeras semanas de la cuarentena y algunos pacientes dejaron su tratamiento nutricional porque incluso necesitaron ir con el psiquiatra. En casa, hubo descontrol de lo que comían y aumentó la ingesta excesiva de azúcares y harinas, dijo.
Las personas que dejaron de trabajar y perdieron ingresos se quedaron sin capacidad para adquirir alimentos saludables, pero, por otro lado, quienes conservaron su poder adquisitivo empezaron a consumir alimentos más industrializados y fáciles de conseguir, como harinas refinadas, galletas, panes o frituras.

“Como si estuvieran de vacaciones, muchas familias empezaron a hacer recetas nuevas pero de alimentos como de fin de semana, diferentes a los de la rutina normal, y le fueron añadiendo calorías”, comentó.
Este incremento calórico impacta a todos los miembros de la familia, principalmente por el sedentarismo dentro del hogar, alertó.
Entre los niños aumenta el riesgo de padecer desnutrición pero en mayor medida sobrepeso, debido a la falta de actividad y al aumento de alimentos azucarados y harinas refinadas altos en calorías.
Por otro lado, afecta directamente a los adultos y adultos mayores que ya padecen alguna enfermedad crónica como diabetes, hipertensión, del corazón, grasas elevadas en la sangre o hígado graso, porque empiezan a padecer complicaciones que, si llegaran a contagiarse del Covid-19, los pondría en mayor riesgo.
Huitrón Chávez recomendó disminuir la ingesta de alimentos industrializados y tratar de realizar una alimentación natural a base de carne, pollo, pescado, quesos que contienen proteínas y son bajos en grasa. Además, añadir frutas y verduras de temporada, así como granos integrales, tortilla de maíz, arroz, pastas integrales, frijoles, garbanzos y lentejas que sean cocidos en agua o agregados con verduras. “Todo lo más natural posible”, reiteró.

Explicó que la comida industrializada ocasiona inflamación del organismo y es el elemento principal para detonar las enfermedades crónicas. Esa inflamación deprime el sistema inmunológico y reduce las defensas ante el Covid-19, por ejemplo, que también propicia inflamación del cuerpo.
La preparación de alimentos debe ser lo más natural posible y así podrá ser consumida por todos los miembros de la familia, simplemente considerando porciones diferentes para niños y adultos.
Sin embargo, si los adultos y adultos mayores ya padecen alguna enfermedad crónica, precisó, sí requieren condiciones específicas, como menos calorías, azúcar o sal.
Los niños necesitan una dieta normal, con más cantidad de carbohidratos o de sal, pero si los alimentos son naturales, todos pueden consumir la misma comida en distintas porciones, concluyó.
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