Confianza fortaleza de las empresas familiares

Confianza fortaleza de las empresas familiares

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Entrevista a:
lng. Marco Antonio González Cáñez
Médico Veterinario y Gerente General de PIMA Fumigaciones

Existe la premisa de que crear y mantener una empresa familiar requiere doble esfuerzo, porque se debe cuidar el no inmiscuir sentimientos que puedan estancar el progreso del negocio. Sin embargo, para PIMA Fumigaciones la familia ha sido el camino de la consolidación.

La empresa fumigadora nació en 1993 con apoyo de la constructora Promotora PIMA del Ingeniero Marco Antonio González Cubillas para ofrecer el servicio a la industria. La operaba un hermano del constructor que murió tres años más tarde y tuvo que ser cerrada.

Marco Antonio González Cáñez, hijo de González Cubillas, creció aprendiendo de las actividades empresariales de su padre. Durante sus veranos de estudiante trabajó en empresas fumigadoras y una vez que terminó su carrera de Médico Veterinario, quiso reabrir PIMA Fumigaciones con la idea deformar un patrimonio familiar.

Padre e hijo realizaron la primera inversión con el fin de comprar un carro equipado. González Cáñez presentó el examen para obtener la licencia sanitaria y convertirse en el responsable técnico, cargo que hasta la fecha mantiene. Empezaron formalmente en septiembre del 2013.

Su primera batalla fue esperar medio año para obtener la licencia que les dieron con vigencia de dos años. Luego tuvieron que esperar otros seis meses para renovarla, por fortuna, gracias a la correcta operación y funcionamiento de la empresa, la Comisión Estatal de Protección contra Riesgos Sanitarias (Coesprisson) les dio licencia por tiempo indeterminado.

González Cáñez se convirtió en el técnico operador y su padre en el director de la empresa. Luego de un año de trabajo y capacitación, crearon una cartera que les permitió contratar otro técnico.

“Hubo un punto en el que ya no ‘amarrábamos al cliente’ por lo que trabajamos mucho con la atención y el servicio, nos sentimos como parte del equipo de mantenimiento de los comercios; además, innovamos la costumbre de cobrar las pólizas por adelantado, sólo cobramos el servicio mensual, eso les gustó y a nosotros nos obligó a buscar la excelencia en el servicio”,  rememoró.

Entonces llegó la necesidad de comprar otra unidad para fumigación. Consiguieron un crédito para adquirirla y contrataron un nuevo técnico y una secretaria. Empezaron a armar el equipo de ventas, para lo que compraron un sedán y contrataron una persona.

El Médico Veterinario se convirtió en Gerente General; su esposa, Amanda Verdugo Castillo, en administradora; doña Alba Rita Cáñez Martínez, su madre, trabajaba en atención a clientes; y como Director General, Marco Antonio González Cubillas.

“Teníamos trabajo pero había altibajos y aún no podíamos contratar más personal. La familia tuvo disposición. Sabíamos que la nómina de los empleados tenía prioridad y nosotros nos ajustábamos”, comentó.

A cinco años de trabajo, tienen dos unidades de servicio y analizan la posibilidad de comprar una tercera; cuentan con dos unidades para ventas y, además de los miembros de la familia, dan empleo a siete personas.

“La relación familiar en el trabajo es una fortaleza porque hay confianza y disposición. Trabajar juntos y colaborar con mi papá, cuya experiencia y relaciones ha sido indispensables, me llena de satisfacción”, concluyó.

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